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Jorge Volpi: "Pensar que toda la literatura de Latinoamérica es realismo mágico es un malentendido"

El escritor mexicano señala que para los ‘países centrales’ es cómodo pensar que este estilo literario sirve para explicar la realidad política, social y económica de la región




El escritor mexicano Jorge Volpi, uno de los grandes referentes de la llamada Generación del Crack, reconoció que casi todos los movimientos literarios surgidos en Hispanoamérica después de la década de los 60 del pasado siglo son, “de una u otra manera” deudores directos del Boom. “A mi 'Terra Nostra' (obra extensa y compleja del mexicano Carlos Fuentes) me deslumbró. Tengo que reconocer que ese libro supuso mi acercamiento a la literatura y que lo que yo vi ahí dentro no lo vi en ningún lado antes”. Volpi añadió que tras la novela de Fuentes, “un libro poco conocido que hay que reivindicar” vino ‘Cien Años de Soledad’ y desde ahí el nacimiento de inquietudes comunes por parte de un grupo de literatos que conformó esa Generación Crack.


El boom nos convirtió a todos en escritores” reconoce Volpi, aunque también pone distancia con algunas convenciones sobre la literatura de la región que se “han instalado con fuerza en los países centrales” después de ese boom. “El realismo mágico forma parte del boom pero no se puede decir que todo el boom sea realismo mágico”. El escritor destacó que desde Europa o Estados Unidos se ha venido a identificar lo uno con lo otro y a generar una confusión que bebe de las “exigencias de la industria editorial”. “Durante los años 80 y 90 se exigió a los escritores y las escritoras de Latinoamérica que continuaran con esa tradición del realismo mágico y eso, al final, terminó por identificar a Latinoamérica con el realismo mágico: como si sirviera para explicar nuestras sociedades sincréticas, la pervivencia de lo ancestral o, incluso, la persistencia de nuestros gobiernos corruptos y nuestros dictadores”.


Volpi, en una de las intervenciones más notables de la primera jornada del encuentro, ironizó con que “el realismo mágico se ha convertido en algo así como la quintaesencia del tercer mundo” un hecho que, a su juicio, es cómodo para tratar de entender las realidades complejas de los países de la región.

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